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El viento era efímero,
mis piernas temblaban,mis dientes chasqueaban entre ellos y supuse que alguien me enseñaría un remedio,
pero al final yo misma aprendí a cruzar con ellos los malos tiempos en jugadas del destino,
al que le gustaba hacerme cosquillas en la punta de los pies,hasta hacerme reventar de carcajadas sonoras que resonaban por todo el oscuro ambiente.
Pero aunque la luz del sol era escasa,la de mi corazón me guiaba al camino que creía que era correcto,me tropezaba entre unos y otros tantos obstáculos,
pero me volvía a levantar más veces de las que caía.

Recuerdos hechos añicos,que poco a poco se van uniendo.

Todos guardamos un secreto bajo llave en el ático de nuestro corazón.

"Todos tenemos un secreto bajo llave", esa fue la última frase que puede ver salir de los labios de mi abuela, la cual estaba aparentemente sana y de la noche a la mañana se esfumó como la arena con el viento, sin tan siquiera decir adiós.
Pasé noches sin dormir, mañanas pensando en qué podría significar aquello tan extraño, días en los que ya no veía el cielo de la misma manera, noches observando que una estrella brillaba más que nunca, y mi yo interior estaba segura de que era ella.
No obstante, decidí que lo mejor era cuestionar a mi madre, para tomar algunas ideas sobre lo que ella pudiese creer.
Así pues, ella me dijo que de pequeña, su madre le enseño a amar a las personas por su interior, a agradecer cada bocanada de aire que tomamos y la hacemos nuestra; valorar las cosas del día a día, porque aunque sean pequeñas, son las que más esencia dejan en este camino que llamamos vida.
Mi abuela decía que si quieres algo tienes que luchar por ello, que los sueños no son solo sueños si la esperanza de poder lograrlos sigue viva, que todos necesitamos tener ese niño pequeño guardado en un rincón de nuestro almacén por si en algún momento necesitásemos recoger algo de esa inocencia que se marchó con el paso de los años, por culpa de los daños recibidos, decepciones y otras muchas cosas.
Después, seguí buscando y buscando, tanto que decidí rendirme. Cerré los ojos, me los frote y los volví a abrir. Me di la vuelta y comprendí que la respuesta estaba justo detrás mio, en el lugar donde se encontraba aquel marco con esa foto de mi madre, sus hermanos y mi abuelo posando con ella.
Desde ese instante, logré descifrar el mensaje, nunca sospeché que estaría tan cerca de mi que poco más y no tropecé. Al mirar detenidamente la foto, me di cuenta que ese secreto que guardamos bajo llave es que a veces no damos el amor que realmente queremos dar, que a veces se nos queda corto, que mi abuela amaba tanto a su familia que no quiso decir que tenía cáncer, ella lo único que deseaba era disfrutar de cada minuto que pasaba, ya que, no sabía cuando iba a ser el último.