Carta de una valiente a la sociedad.

Sé que no viene a cuento, pero esta foto tiene ya su tiempo. Tiempo el mismo que ha cambiado mi vida, que ha eliminado personas a las que aún echo de menos y aunque lo he intentado por todas las maneras, me he dado cuenta de que no quieren volver. He seguido siendo siempre la misma tonta que se arrastraba por la gente cuando en realidad muchos me olvidaron en menos de un día. Si, soy humana, cometeré errores, pero lo asumo y no me avergüenzo de ello porque es lo que me está ayudando a formarme como persona. He cerrado muchas puertas, abierto otras, han llegado cosas nuevas a mi vida, buenas y malas, pero he decidido quedarme con lo bueno y dejar lo malo atrás, ¿de qué nos sirve mirar al pasado si eso sería retroceder en nuestro camino? A lo largo de esos años he llorado, reído, me he ilusionado, me han hecho daño y quizás yo se lo haya hecho a alguien, pero no intencionadamente. Hoy solo quiero que los que estáis leyendo esto, os transmita un mensaje con ello. A los que os fuisteis, nunca os guardaré rencor y debo de admitir que me entristeció vuestra despedida, pero yo ya no puedo hacer más y como antes he dicho, me tendréis aquí aunque al contrario no sea recíproco. A los que habéis venido, gracias por estar ahí, por llegar, varios sois ya mis cómplices de risas, porque al fin y al cabo, una se da cuenta de que tiene que ir apreciándose a sí misma antes de que sea demasiado tarde y no puedas seguir disfrutando de la vida...
Muchos somos jóvenes encerrados en almas tristes que quieren resucitar para encontrar su lugar en el mundo, acompañado este siempre de la mano de la felicidad. Yo creo y tengo la esperanza de que eso puede ocurrir muy pronto. Esto va sobre todo por esos amigos que fueron como hermanos y hoy en día se comportan como completos desconocidos.