Y un día,me tocó sufrir a mi.

Tom y yo estábamos sentados en el sofá,viendo como el sol lucía.


Siempre me reía,con el hocico comenzaba a hacerme cosquillas en el cuello,todos los días cuando me sentaba a desayunar.


Cuando salíamos al jardín,el me traía su pelota favorita y para que se la diera acercaba su pata a mi mano y corriendo se la lanzaba,él salia disparado a por ella.


Aun recuerdo cuando roncaba bajo mi cama haciendo que abriera la mirada y le dijera:``Tom shhh´´y el estornudaba.


Nunca,nunca me dejaba plantada,siempre que venía del instituto con mi mochila a cuestas,el me saludaba lamiéndome toda la cara.


Desde que era casi como un bebé,jugábamos juntos y siempre me quedaba dormida a su lado.


Me ayudaba en todo,sabía como sacarme una sonrisa cuando más lo necesitaba.


Nos revolcábamos en el césped todas las mañanas,cuando estaba el aspersor encendido y nos mirábamos.


Siempre que estaba triste le abrazaba,y él me consolaba.


Un día,cuando comencé a llamarlo y a buscarlo por todos los rincones,mi madre vino hacia mi y me dijo:
Hija,se ha perdido,fue a buscarte y no volvío.


Comencé a llorar,a tirarme sobre mi cama,a empezar a dar puñaladas a el colchón.


Tom,vuelve,te necesito mi pequeño cuenta cuentos,necesito tus buenos días,necesito verte.


Salí corriendo,me paré por la calle,me tumbé y poco a poco sentí como el viento me iba llevando cada vez más cerca de él,donde me acurruqué cerca de sus patitas y dormí profundamente durante toda una vida a su lado,sonríendo,por que de nuevo lo tenía conmigo.